Imposible salir de la tierra

"Lo que veía ahora no era una persona. Era una mudanza, una evaporación, otra cosa", reflexiona la omnisciente narradora en Are you ready?, uno de los diez relatos que componen Imposible salir de la tierra, de la escritora chilena Alejandra Costamagna, publicado por AñosLuz Editora para Argentina.

¿Y por qué empezar reseñando esa frase? Por la misma razón por la que Costamagna elige como epígrafe de su libro el poema de Blanca Varela Morir cada día un poco más, que dice:

Morir cada día un poco más
recortarse las uñas
el pelo
los deseos
aprender a pensar en lo pequeño
y en lo inmenso
en las estrellas más lejanas
e inmóviles
en el cielo
manchado como un animal que huye
en el cielo
espantado por mí.

Porque esos son los caminos que recorren las tramas de los textos. Los caminos de la cotidianeidad, de la simpleza de los dolores del ser humano, de las mujeres en general. Los caminos de los adioses, de los más sencillos hasta los más complejos, los eternos, los de la muerte. Los de paisajes que nos construyen, esos que nos definen, esos que constituyeron desde la infancia y de esos que nos golpean en la adultez.

Imposible salir de la tierra es un libro que trata del amor, pero también de la muerte. Sus personajes nos recuerdan a cada paso la finitud, llevándonos a tensiones extremas.

Y también es un libro de tensiones. Costamagna tensa las situaciones y tensa las relaciones, tensa los sentimientos y tensa los momentos, con un pico indudablemente marcado por el suicida deseo de Julieta, la protagonista del cuento que le da título al libro, quien, en una metáfora extrema, se ve imposibilitada de llegar a lo más alto para alcanzar lo más profundo.

Por otro lado, Costamagna demuestra en esta antología su capacidad para echar manos a las más variadas técnicas y estéticas para contar. Cierto realismo sucio por momento, algo de costumbrismo, y hasta una joyita: Cuadrar las cosas, un texto que se emparenta con el mejor Felisberto Hernández.

Imposible salir de la tierra trata de nuestras mudanzas, de las cosas comunes y, justamente por ello, intensas que nos atraviesan.