El crédito de Villa Hipódromo, de Fernando Montaña
Una sucesión de atardeceres sepias. Esta sencilla frase, que Enrique Pfaab escribe en el prólogo, es la mejor síntesis de El crédito de Villa Hipódromo, de Fernando Montaña.
Periodista, escritor y, ante todo, un memorioso y un fanático de lo simple, Montaña propone en esta colección de cuentos y relatos un paseo por la infancia de quienes ya peinan las canas de los cincuenta y más, pero no lo hace desde lo meramente conmemorativo o desde el comercial vintage, sino desde la complicidad que se tiene con entre quienes vivieron la infancia y la adolescencia ante los mismos paisajes.
El barrio es el recurrente escenario de estos textos, y la gente común y corriente, aquella con la que se convive a diario, la principal protagonista. Así, entre la ficción y la realidad, entre relatos de experiencias propias y ajenas, Montaña remonta el tiempo para contarnos historias por las que nos deslizamos como si las hubiésemos vivido en carne propia.
El colegio, los picados, la odisea de viajar en micro o en un Fairlane, homenajes al Diego, al Gringo Mémoli, a Legrotaglie, al Flaco Spinetta, la reivindicación, en general, de lo que se vive y se siente, así como el estilo de Montaña nos hace sentir que estamos ahí, en el tiempo y en el espacio a los que se refiere.
Texto a texto, y a medida que se avanza en la lectura, se descubre que se está ante una suerte de extensa crónica periodística mechada de hechos fantásticos, en lugares en los que estuvimos (tal vez no exactamente en el mismo, pero que reconocemos familiar), en tiempos por los que, con la mirada dispuesta a la sorpresa de la infancia y la juventud, transitamos en compañía de toda una generación.
Una sucesión de atardeceres sepias, ni más ni menos.
El crédito de Villa Hipódromo, de Fernando Montaña, es un viaje a los lugares y los tiempos en los que fuimos felices.
Junio 2023