La muerte de Neruda, una conclusión: la visión de forenses y oncólogos

Durante 38 años supimos que la muerte de Pablo Neruda se debió a las complicaciones de su cáncer de próstata. Casi cuatro décadas parados sobre una certeza, pero ahora las certezas tambalean. Y puede ser sólo un tambaleo, pero puede también ser el desmoronamiento de todo un edificio que dejaría al descubierto un paisaje con el que pocos pensábamos encontrarnos. No es un proceso sencillo. Se ingresa ahora en la etapa que puede revelar o velar por siempre los motivos por los que Neruda, justo un día antes de salir de Chile hacia México, fallece.

Ya está hecho el pedido para la exhumación del cadáver y la versión de la metástasis del cáncer de próstata no parece sostenerse.

Estos son dos temas que toman relevancia en la causa para poder decidir qué camino seguir a partir de ahora, por eso, de regreso en Mendoza, fuimos directamente a consultar a profesionales, y así es como llegamos hasta los integrantes de un importante grupo de antropología forense, a quienes consultamos cuáles son las posibilidades de que los restos de Neruda hablen.

La situación, a no dudarlo, es compleja. Para estos especialistas, lo primero que habría que ver es en qué consistió la reducción que se hizo del cuerpo para ser trasladado a Isla Negra, pues los sedimentos que podrían haber dejado el veneno o el exceso de dipirona sería posible hallarlos en los órganos, pero se sabe que en una reducción se conservan, generalmente, sólo los huesos, por lo que el trabajo de un químico forense sería el requerido para hallar en ellos un residuo.

Otro punto fundamental es centrarse en el lugar en el que el cuerpo estuvo sepultado y las condiciones en las que lo fue. Tanto la acción de la fauna cadavérica como los restos que del cuerpo pueden quedar en el suelo y en los materiales del ataúd son elementos en los que un investigador podría centrarse. Pero, al haber sido removido y reducido el cuerpo, lo más probable es que todo esto se haya perdido. "En cada paso de la reducción se pierde evidencia", nos explicaron los especialistas.

Entonces, las especulaciones pueden comenzar a cerrarse sobre sí mismas. Si efectivamente Neruda fue asesinado, la falta de una autopsia y la remoción de sus restos sin los cuidados requeridos harían desaparecer cualquier posibilidad de que sea el cadáver de Neruda el que aporte datos.

Pero queda en pie la mayor de las dudas. Hay muy pocas posibilidades de que un cáncer de próstata mate a un hombre de 69 años, edad que tenía Neruda al morir.

Para tener más certezas sobre esto, nos entrevistamos con el oncólogo Emilio Astiz, de la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (Fuesmen) de Mendoza, quien fue contundente. "Si yo tuviese que tener un cáncer, quisiera que fuera de próstata", aseguró, para luego agregar que se trata del tumor menos violento y que, incluso, de acuerdo al estadio en el que se encuentre, se puede optar por no hacer nada ante el tumor, no ofrecer tratamiento si está en un estadio precoz, porque puede ser que las secuelas del tratamiento sean más violentas que la enfermedad.

También nos explicó que en personas de 60 años es frecuente este tipo de cáncer, pero que no es común que genere una metástasis que pueda matarla en un lapso tan breve, salvo que haya impregnado un sector crítico, pero este no parece que era el caso de Neruda. Amén de que mientras más grande sea el paciente, menos riesgoso es este cáncer (es más agresivo en hombres de menos de 40 años).

Uno de los argumentos que se esgrimen a favor de la muerte por las consecuencias del cáncer de próstata de Neruda es su depresión luego del golpe, pero sobre esto Astiz también fue claro. "Es muy raro que suceda" que la depresión provoque la muerte en relación a un tumor prostático, nos confirmó, y podría ser posible sólo si la operación no fue realizada en forma correcta y se dejaron células afectadas. Pero siempre volviendo sobre lo mismo: no es muy probable en un lapso tan corto, y esto considerando cualquiera de los dos plazos: del 11 al 23 de septiembre (lapso desde el golpe de Estado a su muerte) o del 19, día en que fue trasladado a la clínica, hasta su muerte, el 23 de septiembre.

Las cartas están ahí, sobre la mesa. La muerte de Pablo Neruda abre una puerta para volver a revisar esa historia que pesa sobre Latinoamérica, la historia de la sangre que derramaron las dictaduras durante la década del 70.

Y no se trata sólo de recurrir a teorías conspirativas paranoicas, sino de revelar verdades, de que las vidas perdidas nos ayuden a no repetir errores y que, en definitiva, como lo pide desde hace tanto tiempo Milanés, retornen los libros, las canciones, que renazcan nuestros pueblos de sus ruinas y que paguen sus culpas los traidores. 

Publicado originalmente en MDZ Online en diciembre de 2011