Fútbol superlativo
Todo comenzó allá por el primer cuarto del siglo XXI. A los más jóvenes se les hace difícil entender esto, pero veníamos de un mundo en el que las multitudes eran algo común. En los partidos se llenaban los estadios, hasta se hacían recitales en esos mismos estadios, y se juntaban 70.000, 80.000 personas, y cuando había elecciones, los votantes del partido ganador se reunían en las calles y festejaban, se abrazaban, se besaban.
Claro, ese mundo es inimaginable para las nuevas generaciones, pero así vivíamos. Y así sentíamos los deportes. Pero, bueno, vinieron las pandemias... Pero eso no fue la causa, o al menos no fue la única causa. Se mezclaron varias cosas...
Para empezar, el fútbol profesional era cada vez más malo. Los relatores trataban de ponerle énfasis, pero cuando los directores técnicos comenzaron a ponerse en prácticas las formaciones del tipo 5-4-1 o 6-3-1, había menos emociones que en un viaje en micro. A veces algún partido terminaba 1 a 0, pero la mayoría eran empates sin goles. A eso se sumaron los monopolios televisivos, que fueron concentrando cada vez más las transmisiones, entonces un solo canal emitía la única señal de cada partido, y las transmisiones por radio fueron desapareciendo de a poquito... Si ya era un embole ver los partidos, imaginate lo que era escucharlos por radio.
Pero el toque final llegó en el 2021. Me acuerdo bien del año porque se jugó la peor Copa América de la historia. En ese tiempo, dio la vuelta al mundo una noticia que no tenía nada que ver con el fútbol pero que inspiró todo esto. Resulta que un artista... bueno, un vivo italiano, un tal Salvatore Garau, vendió una obra de arte invisible por casi 19.000 dólares. Sí, aunque no lo creas, todo empezó con un tipo que vendía "energía" y otro que la compró. Es decir, el tipo no vendía nada y el otro le pagó mucha guita por eso.
No fue de inmediato, por supuesto, pero un empresario de los medios de comunicación le vio la veta a esto algunos años después y organizó el primer torneo de fútbol invisible en el 2028. Participaron Boca Juniors de Argentina, Barcelona de España, Toluca de México y Bayamón FC de Puerto Rico. Había un club por cada región de habla hispana en ese primer Torneo Atlántico, como le llamaron.
A ver. Hay un texto de Borges y Bioy Casares que anticipaba algo así. Se llamaba Esse est percipi, te lo recomiendo. Capaz que hasta de ahí sacó la idea este empresario. ¿Quién te dice?
En definitiva, lo que hizo el tipo fue reunirse con los directivos de cada uno de esos clubes y hacerles la propuesta, que en realidad no era mucho más absurda que la que había motivado muchos de los torneos internacionales de la época. El fixture era muy sencillo. Cuatro partidos. En la primera fecha, Boca contra Bayamón y Barcelona contra Toluca. Por supuesto, ganarían Boca y Barcelona, que jugarían la final, mientras que Toluca y Bayamón se disputarían el tercer puesto.
Los de Bayamón no tuvieron ni medio problema en quedar cuartos, y los de Toluca se opusieron un poco, un poquito, pero con la torta de plata que ganarían no se quejaron mucho y decidieron quedar terceros. El verdadero problema estuvo entre Boca y Barcelona, porque ninguno de los dos clubes estaba de acuerdo con terminar segundo, y la solución vino con la idea de la Copa Revancha, que se disputaría cuatro meses después entre estos dos equipos a un partido. Así llegaron al acuerdo de que el Torneo Atlántico lo ganara Boca y la Copa Revancha el Barcelona, pero por goleada. Ese partido terminaría 4 a 1, mientras que la final del cuadrangular sería 2 a 1 a favor de los argentinos.
Y así fue como se produjo el primer torneo de fútbol superlativo, como le llamaron los productores. Por entonces ya estábamos acostumbrados a ver partidos con las tribunas vacías, así que se podría decir que en eso no hubo modificaciones. Y en cuanto a los partidos propiamente dichos... Bueno, cada club armaba sus listas de jugadores, se definían los árbitros y listo, los relatores hacían lo demás.
No te digo que al principio no fue difícil ver por televisión partidos en los que los cuadros que tomaban las cámaras eran iguales a los que tomaban en un partido con personas, pero ahora no había nadie, al menos nadie visible, porque los relatores le ponían tanta pasión al relato, que, te juro, veías a los jugadores trasladando la pelota, poniendo un pase al pie desde treinta metros, quedando en posición adelantada... Pero el toque magistral fue, en esa primera final, cuando uno de los delanteros de Boca se fue a las manos con un defensor del Barça y el árbitro los echó a los dos. Eso fue definitivo, porque a esa altura iban 1 a 1 y el Barcelona no tenía más cambios, y fue justo por ese lateral, por el que tenía que cubrir el defensor expulsado, por donde vino el ataque de Boca que terminó en el 2 a 1 final.
Después de ese torneo fue cuando el fútbol cambió definitivamente. Desde entonces hubo partidos con más goles, jugadas verdaderamente magistrales, volvieron los equipos que funcionaban como un relojito... A partir de ese momento volvimos a disfrutar de buenos partidos, sin jugadores ni pelotas visibles, pero muy buenos partidos.
Claro, no faltaron ni faltan lo que abogan por el retorno del antiguo fútbol, con personas reales corriendo atrás de una pelota real y árbitros reales mirando el VAR e invalidando goles por posición adelantada, pero qué querés que te diga, cada vez que me acuerdo de lo que fue la Copa América 2021...
(Publicado en La Deportiva Digital N°1, 2 de junio de 2020)