Cartas para una ballena
Desde Puerto Madryn, Valentín le escribe cartas a su abuela. Él está con su papá, que tuvo que viajar hasta allá por cuestiones de trabajo, mientras que su mamá, que trabaja de equilibrista en un circo, anda por otros lugares del país saltando por los cielos.
En Cartas para una ballena (Bambalí), de Marisa Pérez Alonso y con ilustraciones de Eugenia Susel, un ballenato encallado en la costa le servirá de reflejo a Valentín para entender un poco la situación por la que atraviesa, pero especialmente para descubrir qué podría llegar a hacer para reencontrarse con su madre.
Hay un tono melancólico que atraviesa toda la historia y que se construye de la mano del pequeño protagonista, de su padre, a quien descubre varias veces sumido en el silencio, y de la abuela, de quien tenemos noticias a través de las cartas que escribe Valentín.
Tratar de entender el mundo que lo rodea es una de las principales necesidades de Valentín, y así es como se torna inevitable que se vea reflejado en la situación de ese ballenato alejado de su madre pero, a la vez, rodeado de gente que quiere salvarlo.
"Cuando los adultos se portan mal no hay nadie que los ponga en penitencia", dice Valentín en una de las cartas a su abuela, rodeado de un mundo de "gente grande" que decide por él.
Agosto 2021