Hasta que no haya nada, José Santamarina

El camino para encontrarse. Así de escueta podría ser la síntesis de Hasta que no haya nada (La Crujía), el primer libro de José Santamarina, en el que los géneros se difuminan, ya que se trata de una colección de cuatro textos que podrían perfectamente funcionar como relatos individuales, como una autobiografía novelada y hasta como reflexiones sobre la angustia de crecer y la nostalgia de la infancia y la adolescencia.

"La insistencia de la infancia, esa tortura amable, un océano vasto pero fácil de nadar, sin la oscuridad del océano real", destaca Santamarina en el primero de los textos ("Cómo recuperar una pestaña cerrada"), marcando de alguna manera el tono de todo el libro, ya que es la mirada hacia el pasado y la reconstrucción del descubrimiento de la amistad, de la música, del amor, de la muerte y de la pasión por la literatura lo que subyace a lo largo de las páginas.

Sin embargo, ese añorar no se resume a la mera melancolía, sino que es una suerte de espejo retrospectivo a partir del cual continuar la proyección hacia el futuro.

De la sencillez de las cosas y de los hechos es que se nutre Santamarina para construir estos relatos, de la mirada atenta de un niño silencioso, observador y, sobre todo, reflexivo, para quien nada parece pasar desapercibido.

Hasta que no haya nada funciona, a la vez, como una búsqueda y un reencuentro.

Septiembre 2022